

En un típico pueblo estadounidense, Trump divide a los vecinos
Los visitantes siguen acudiendo en masa a Berkeley Springs, un pintoresco pueblo del este de Estados Unidos, para disfrutar de sus aguas termales, galerías de arte y tiendas de regalos. Los residentes, sin embargo, afirman estar lidiando con nuevas tensiones.
Todavía sonríen y estrechan manos con los vecinos en la panadería mientras compran su café matutino, siempre y cuando no mencionen dos palabras: Donald Trump.
El torbellino trumpista divide más que nunca a los 850 habitantes de esta localidad de Virginia Occidental situada en el corazón de los Apalaches: los conservadores, arraigados en la región desde hace generaciones, y los progresistas, llegados recientemente de las grandes ciudades.
Las diferencias han existido durante décadas, pero ahora las cosas se están agravando.
"Mucha gente que ha permanecido en silencio hasta ahora alza la voz para defender sus derechos, lo que molesta a los demás, quienes a su vez alzan la suya. Así que hoy, todos alzan la voz", dice Kate Colby, de 44 años, propietaria de Mineral Springs Trading Company.
Una gran bandera arcoíris cuelga de una pared de su tienda de regalos. Algunos lugareños le dijeron que la quitara porque les molestaba, cuenta.
"La situación está empeorando... hasta el punto de implosión", afirma con una risa amarga.
Las dinámicas de Berkeley Springs son un retrato en miniatura de lo que está ocurriendo en todo el país: los opositores demócratas de Trump consideran que las diatribas del presidente contra las minorías son ataques, mientras que los partidarios del republicano se sienten legitimados por su retórica.
- "Morderse la lengua" -
La sociedad en general se ha vuelto menos civilizada en Estados Unidos durante el segundo mandato de Trump, quien arremete contra el equilibrio de poderes y contra sus adversarios políticos.
"Trump hace un muy buen trabajo polarizando todo. Es como 'estás de mi lado, o puedes irte'", resume Nicole Harris, de 47 años.
Nacida en Oregón, Harris se mudó recientemente a Virginia Occidental, un estado rural e industrial donde casi el 90% de la población votó por Trump en las elecciones de 2024.
Para evitar problemas, se calla la boca: no discute de política con los vecinos ni con los huéspedes de su hotel 'bed and breakfast', el Grand Castalian Inn.
"Somos un negocio, así que aceptamos a todos y aceptamos las opiniones de todos. Yo me guardo mis opiniones", dice.
Beth Curtin es propietaria de una tienda de antigüedades en una de las hermosas casas de ladrillo en el centro del pueblo desde hace 36 años. Muchos de sus amigos son partidarios de Trump. Ella no.
"Es una comunidad pequeña, y entonces nos encontramos a menudo. No es como una gran área metropolitana donde puedas estar solo con personas que comparten tus mismas opiniones... Como es importante llevarse bien con todos, a veces hay que morderse la lengua", afirma.
Curtin evita sin embargo algunas tiendas en la ciudad porque no quiere que su dinero vaya "a personas que tienen esas opiniones" ultraconservadoras.
- "Comunistas" -
En el frescor del aire acondicionado del cercano café Lighthouse Latte, Scott Wetzel, un jubilado de 62 años alto y de ojos brillantes, recuerda su infancia en una granja y su vida adulta trabajando en paisajismo y construcción.
Ve a los demócratas como "comunistas" que amenazan su forma de vida.
"Su idea de libertad es decirme cómo debería vivir. Eso no es libertad. Simplemente no lo entienden así, pero no puedes arreglar eso. Es algo retorcido en sus cabezas", dice.
La gente tiene derecho a "escupir esa basura" pero "yo simplemente no voy a escucharla", reflexiona.
A principios de julio, algunos residentes organizaron una marcha en Berkeley Springs contra el "gran y hermoso proyecto de ley" presupuestario de Trump. Un camión cerca de allí vendía gorras con el rostro del mandatario.
"Tendrá que haber algún cambio. No podemos seguir así", dice Colby, la propietaria de la tienda de regalos.
"Necesitamos volver a un punto en el que todos podamos convivir en paz, algo que creo que ocurría mucho antes del primer mandato de Trump" de 2017 a 2021, sostiene.
De pie en el balcón de su elegante 'bed and breakfast', el alcalde de Berkeley Springs, Greg Schene, ofrece una visión más conciliadora de la vida en el pueblo.
"Esto es sin duda un crisol de culturas", dice este hombre oriundo de Baltimore, en el estado de Maryland, y agrega que un espectro de creencias políticas "nos hace mejores".
"Encontrar soluciones y llegar a un punto medio siempre es mejor que tener una parte dominante", opina el alcalde, sonriendo mientras saluda a las personas que pasan.
(M.Adams--TPT)